A este mueble de pino lo habíamos pintado con la misma pintura de las paredes de la habitación de mis pequeños, hace ya unos años. Supo guardar muuuchos pañales.
Como todo cambia, quedó en desuso.
Un poco de lija, barniz y patina hicieron lo suyo. Además mi marido tuvo la genial idea de darlo vuelta (originalmente era al revés) y lo colgamos.
Ahora está en la cocina, con mis tés saborizados y mi colección de teteras.
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