Esta silla la heredé, junto con otra igual y algunos otros muebles de mi Tía abuela Porota.
Una silla para las piezas de cada uno de mis bombones. Mi hijo la quería roja (es de Independiente) y yo también venía pensando que podía ser un buen color, así que dada la feliz coincidencia. me puse manos a la obra.
Así estaba en estado original.
Mi marido colaboró arreglandole algún defecto con cola de carpintero.
La lijé, no demasiado, porque estaba destinada a ser pintada. Solo para que la pintura se agarre bien.
La pintamos con mi hijo, mientras le contaba de mi Tía abuela Porota y mi Tío abuelo Francisco.
Si te vas a enfrascar a pintar y tu hijo quiere ayudar, relajate y compartí el momento, porque si queda una gota, no hay problema, la lija todo lo soluciona.
Y así quedó la silla luego de lija y lustrado con cera. El flamante dueño, feliz ("quedó genial, ma!" y la madre, chocha).
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